Pocos en el arte actual son capaces de verter fielmente la vastedad de la historia, la tradición y la cultura sobre lienzos abstractos. Fernando M. Díaz es un artista de amplia trayectoria nacional e internacional que ha llegado a dominar el uso del color, el trazo y el equilibrio de las siluetas y sus movimientos tanto en su pintura como en su escultura, donde diversos elementos son transformados en un solo cuerpo vívido. Siempre latente. Oriundo de Veracruz, Díaz se aventuró desde su juventud en una travesía aún inacabada, no sólo geográfica sino además espiritual. Su técnica suelta y texturizada en la pintura, y el balance orgánico logrado en la geometría de su escultura se han convertido en el proceso de creación propio del artista mexicano, quien ha conquistado distintos pabellones y recibido reconocimientos alrededor del mundo. Luego de su formación artística en la Escuela Nacional de Pintura y Grabado La Esmeralda, del Instituto Nacional de Bellas Artes en México se dirigió al Latin Atelier de San Francisco, en California, donde se desarrolló como dibujante. A partir de allí, pasaría a una etapa de ardua actividad en medios impresos que determinarían su ritmo de trabajo y su calidad artística. Posteriormente, también se adentró en ámbitos como la investigación, la academia, el impulso a jóvenes creadores y curaduría de exposiciones internacionales, incluida Hatikva, para la quincuagésima conmemoración del Estado de Israel. Asimismo ha sido partícipe de eventos importantes para el mundo del arte. Obtuvo la Medalla de Oro Lorenzo el Magnífico en 1997 en la Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia y fue presidente de la Bienal Internacional de Chipre en el año 2000. De manera más reciente, formó parte de exposiciones colectivas: Gli Amici e Roma en el Lavatoio Contumaciale curada por Massimo Pompeo, que incluyó el trabajo de cincuenta y cuatro artistas italianos, en 2016; y en la Embajada Mexicana en Manila, Filipinas, en marzo de 2017. No es fortuito que su obra forme parte de manera permanente en colecciones de alto nivel y prestigio, tales como el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, Galería Municipal de Faget en Rumania, Museo de Arte Moderno de Cuenca en Ecuador, Museo José Luis Cuevas de la Ciudad de México y Casa Museo Vladimir Cora en Nayarit, ya que gran parte de su legado artístico se erige en la fuerza de sus temáticas y en el homenaje a distintas tradiciones que se ven reflejadas constantemente en su producción. Evoca, a través de sus ‘ecos visuales’, a sus ancestros y al bagaje adquirido a lo largo de su camino recorrido. Entre sus temas pueden amalgamarse varios factores, desde la profunda depuración minimalista a la síntesis abstracta de narrativas históricas. Se destacan reminiscencias de la diáspora de sus raíces sefardíes, por ejemplo, en las inscripciones que emulan al lenguaje hebreo en sus cuadros; o cierta remembranza del exilio español, reflejada en su uso de colores vivos: el rojo del fuego poderoso y el amarillo del sol y la vida. También ha recurrido al negro, que sumerge en emociones como la nostalgia y permiten entrever una contemplación más introspectiva. El trabajo de Fernando M. Díaz se expande a través del uso y combinación de diferentes lenguajes. Ya sean visuales o ‘lingüísticos’, los elementos se unifican para transmitir emociones y transportar en el tiempo, aun de manera inconsciente. En su obra también puede materializarse el dinamismo del arte-acción. Su arte permanece vivo al tiempo que resuena en él, un cierto ‘absoluto’ proveniente de estados más bien meditativos. En ocasiones, distingue a su obra una rúbrica recurrente: su estampa tríadica, que otorga un carácter de unicidad y completitud a cada lienzo apto para ella. Italia, España, Austria, Rusia, Rumania, Bulgaria, Estados Unidos, Brasil, Ecuador, Argentina y Filipinas son los países que han acogido muestras de su obra en distintas ciudades, de manera individual o colectiva. Y desde 2009 reside en San Miguel de Allende, Guanajuato, donde se le puede encontrar trabajando en su estudio ubicado en la antigua fábrica textil, La Aurora.