(n. Chihuahua, México. 1985) Asentado en la práctica de la escultura y dentro de ella, en la especificidad del retrato, Francisco Esnayra ha realizado diversos experimentos con materiales, dimensiones, y demás aspectos visuales. Funge como correlato de un peculiar viaje espiritual, de una búsqueda interna de verdades, de entendimientos y varios discernimientos. De igual modo, los gestos faciales de cada pieza (complementados por el resto de elementos en la composición) son testimonios de ciertos estados mentales. El rostro que vemos es siempre el mismo, el de Esnayra, pero en realidad es el de nadie, y es el de todos. Desde máscaras mortuorias, cabezas meditando, hasta semblantes compungidos, en ellos la distorsión -ya sea de la expresión facial o de las determinadas proporciones- es presencia recurrente. Por momentos parecería que su obra explora, más que otra cosa, los aspectos negativos de la psique, pero la decadencia perceptible es solo parte del viaje al interior; también hay calma, ataraxia, consciencia iluminada.